lunes, 9 de enero de 2012

Le soñé unas piernas largas como la mañana en los polos y unos ojos abiertos como recién levantados. Le soñé una risa más petirrojo que pájaro carpintero y una ceja izquierda de esas que piden guerra a gritos.
Le soñé las uñas escarchadas como la helada en el parabrisas de un coche y una piel color café con leche templado. Luego le pinté un pelo, rojo como un corazón y la miré de lejos creciendo con la templanza de un árbol, extendiéndose del centro hacia todas partes, como queriéndolo todo.
La soñé y fue mía mientras la soñaba, se enrolló en mis sábanas y en mi piel como una niña perdida en este país de Nunca Jamases; me reía las gracias y tiraba de mi lengua cuando me quedaba a media palabra de un que te voy a decir a ti que no sepas. Y los domingos se vestía de carne para que pecáramos juntos.
No sé que más os puedo contar para que adivinéis de qué manera yo la he observado en todos estos años de noches que se iban alargando hasta el mediodía y veranos que se retrasaban hasta enero, qué más puedo decir de alguien como ella, que es de esas que si algún día tuvo papeles los perdió todos y lo digo, porque yo la he visto perder cosas que ni tenía. Podría contaros cómo huele su piel después de tirármela, pero por mucho que me esfuerce sólo me sale decir que la tía huele a paraíso, y nada más, que las palabras se le quedan siempre cortas, pero le tapan todo, por muy poco que nos guste.
El día que la conocí me causó tal impresión que estuve pensándola horas, porque no era guapa ni fea, ni lista ni tonta, era diferente; y cuando ves a alguien así lo sabes, notas como le sale de dentro sin forzarlo.
Era algo así como inestable, y siempre me he reído al decirlo porque no hay una palabra mejor para colgársela al cuello que esa; pasaba de un sentimiento a otro en casi milésimas de segundo, ahora reía, luego lloraba, al rato se quejaba. La tía, ella, era un puto espectáculo, y tú, tu la mirabas con ganas, como un niño a una chuchería y te reías, la odiabas, la querías, te parecía guapa, tonta, lista, fea,...y en algún momento la soñabas, se enrollaba en tus sábanas y en tu piel, y os perdíais en esta ciudad de Nunca Jamases.

Y ahora decir, por último, para que te hagas una vaga idea, que sus contracciones ventriculares eran más que nada un aleteo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

hace mucho tiempo que te leo y cada texto me gusta más, este en concreto em tiene enamorada, sigue publicando =)

Born to be wild! dijo...

Inestable, que gran palabra, que define mucho pero pocos entienden! :) me gusto muchísimo este texto, así como todos los que escribes. Un beso, y gracias por pasarte de mi blog, aunque lo tengo algo abandonado. Cuidateee Ü

Pablo Galván dijo...

Vaya, por cómo la describiste, esa mujer debe ser realmente única en el mundo... muy buena la entrada, Saludos! ;)

Carolina dijo...

Es una de las mejores cosas que he leído últimamente.
Me encanta.

Ana Laura dijo...

Excelente. Logras transmitir tus sentimientos de una forma increíble. Me ha encantado, te seguiré leyendo.

Un saludo grande!

Emilio dijo...

Me encanta como suenas en galego, por favor escribe mas en esa lengua.

Un saludo

Mari Carmen Bug Far dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mari Carmen Bug Far dijo...

Hace unos días hiciste de una mierda de día un día asqueroso con una sonrisa en la cara gracias a tu comentario en mi blog.
No te puedes llegar a imaginar la ilusión que me hizo ver un comentario de ti, de: juguemosconlasperspectivas, de Laura Pérez Gilabert :)
Fue genial!
PS: "La soñé y fue mía mientras la soñaba, se enrolló en mis sábanas y en mi piel como una niña perdida en este país de Nunca Jamases" eres, buah, eres genial, juegas con las palabras y la haces ser precisas ! :)
Me encanta leerte, antes me pasaba una vez al mes o así, y me leía todas las entradas que subías hasta entonces, ya no lo haces a menudo y no me gusta, pero sé que hay circunstancias, momentos y rachas.
Un abrazo.