jueves, 23 de julio de 2009















-De veras pensaste que me amabas?- dijo él pensativo, mientras subia más y más su cabeza hasta que sus ojos quedaron mirando fijamente a los míos.

-Solo por un instante, hasta que me di cuenta de que tan solo era parte de tus juegos. Me pregunto a qué estas jugando ahora.- dije; firmé, decidida, mirandolo directamente con todo el odio con él que se puede mirar a alguien que te abandona.

-Estas equivocada.

Estaba tan seguro, que asustaba la seguridad con la que lo decía. Era como si el supiera algo que yo desconocía.

-En qué?-sono mi voz temblorosa, desarmada ante tal gesto de franqueza.

-Yo no juego, y menos contigo.- susurro mirandome directamente a los ojos; con dulzura y algo más en su mirada que no debería de estar ahí. Acaso me amaba.


Y eche a andar, esperaba que intentará detenerme o oír sus pasos detrás de mí; pero al girarme lo ví allí, apoyado en la misma esquina de antes.

Definitivamente, lo que ví en sus ojos no podía ser amor, alguien que te ama no te deja marchar, no te cambia por nadie. Y el estaba haciendo eso, ambas cosas para ser esactos.



Esa noche, tumbada poca arriba en la cama, mirando fijamente el techo, me dí cuenta de una cosa.



EL JUEGO APENAS ACABABA DE COMENZAR.

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