sábado, 22 de mayo de 2010


Son las once menos veintisiete...y se detuvo el reloj.

Sé que no, que el tiempo continua su eterno fluir, pero para mí el tiempo termina y deja de existir donde empieza tu mirada.
He aprendido que para aprender no es necesario tropezar, a veces llega con estar atento a dónde pisas. Y tú, amor, eres como un campo lleno de minas...o aprendes rápido o terminas la partida demasiado temprano como para sacar algo en claro Así que a diario me veo obligada a interpretar tus movimientos, tus gestos, tus palabras. Y sabes que he sacado en claro? Absolutamente nada.

Eres espacio en blanco, el recalmón entre tormenta y tormenta, eres un día lluvioso en verano en que no tienes ni idea de que ponerte y esa melodía que te suena pero no terminas de saber cual es. Eres así y yo comienzo a hartarme de vivir día tras día entre dos fechas, entre dos sitios, entre dos sentimientos....siempre en punto muerto, de camino hacia ninguna dirección.

No te pido que me regales promesas que ambos sabemos que no cumpliremos, no te pido un siempre, no te obligo a firmar una lista de condiciones...sólo dí que quieres que me quede, dame un puede, un quizás, dame algo de tiempo, un poco de cariño y de vez en cuando sorpréndeme. Haz eso o vete, estoy harta de las cosas que están ahí pero no llenan.


Son las once y veintisiete minutos...y el tic tac comienza de nuevo cerrando puertas pero abriendo ventanas.

1 comentario:

L dijo...

Sincero, como a mí me gusta.
Te echo de menos, queda menos, muchísimo de menos♥