viernes, 2 de julio de 2010


Morenos sus ojos, morena su mirada, moreno su pelo, moreno su espíritu, morena ella.

Vaqueros slim en color azul marino, camiseta rosa palo de encaje sin tirantes y sin sujetador, tacones rosas del mismo tono con un tacon considerable y su larga melea con pequeñas ondulaciones bailando al ededor de su flequillo. Nada de maquillaje, sólo su piel morena, y unos ojos pintados de negro azabache y un gloss rosa de labios que cubría esa boquita de nata.
Esa la ropa y el maniquí de un metro setenta y tres (con tacones), cintura de 58 centímetros, cadera de 92 y una 90 de pecho.


Maniática con sus pies, con su flequillo y maniática con otras muchas cosas que, pese a hacerla diferente, no hacían de ella nada malo sino un ser sobrenatural y especial en su diferencia.
Te entendías en su caos, o más bien, no entendías nada...pero ella hacía que todo ese desorden, que todas aquellas cosas patas arriba, tuvieran de algún extraño modo, un sentido perfectamente explicable.
Le costaba no sonreír, no hacer muecas estúpidas y tenía una cara tremendamente expresiva.

Tenía mucho caracter, muy mala leche y sin embargo un humor excelente. Ofrecía un par de patadas en el estómago a aquel o aquella que intentara hacerle daño a ella o a alguien que le importara, pero si la mirabas detrás de esa fachada de chica dura que se tenía montada encontrabas dulzura en cada uno de sus gestos.
Pese a dar esa impresión, lo primero que te encontrabas cuando hablabas con ella esque era totalmente sincera, sin mentiras de ninguna clase, ella era todo lo que veías y nada más.
A veces, cuando no lo esperabas ella te sorprendía, quizás porque tenía mil facetas distintas que no desecajaban para nada la una con la otra.
Era dulce y cariñosa y mecerse en sus brazos te hacía sentir protegido y a gusto, pero todo eso lo convinaba con un punto de independencia que te trastocaba.
Iba y venía si rumbo, siempre con prisa, sin ganas de pararse. Le daban alergia las despedidas y siempre salía corriendo sin quedarse a ver el resultado.
Aprendía rápido y mucho, quizás a veces sabíal demasiado y eso le impedía disfrutar la vida todo lo que quisiera; sin embargo, era una enamorada del hoy y una firme seguidora de la actitud de positivismo creativo.
A veces se sentía pequeña o muy grande y eso no le gustaba.
Amaba ser el centro de atención, que la miraran, que cuando entrara en una sala las miradas se posasen en ella...pero algus días le gustaba ser transparente y andar por el mundo de escaqueo.

Su risa era algo desordenada y hacía que a ti también te entraran ganas de reír.
Era impulsiva y cabezota hasta extremo insospechados, hasta el punto de no soportarla a veces.
Le gustaba sorprender y ahcer regalos, le gustaba hacer que lso demás sonrieran y le gustaba discutir más que cualquier otra cosa en este mundo.
Decía que no sabía que quería hacer con su vida, pero veías como andaba con fuerza y decisión cada vez que tomaba una pequeña decisión.
Le gustaba la ropa, la moda, el estilo, pintarse las uñas, maquillarse...pero era de las que se vestía con lo primero que encontraba, nunca se pintaba las uñas y le daba igual si los colores combinaban.
Le gustaban las cosas clásicas y simples, pero a veces la veías complicada, como si quisiera de alguna forma decir lo que snetía es día.
Amaba los vaqueros ajustados, los jerseis flojos, los tacones, las fotos en las que la gente sale de espaldas, un buen tazón de colacao con galletas, los antifaces, los vestidos cortos, las cartas de despedida y mirar a la gente a los ojos.
Solía decir que si algún día decidiera casarse sería con ese hombre que le diera la conversación inteligente que buscaba, pero sin embargo, la mayoría de las veces estaba rodeada de capullso sin cerebro que no la valoraban.
Su corazón era algo que pocas personas conocían, quizás porque era fácil verla por dentro, pero había que acercarse mucho para lograr sentirla, sentir su espiritu.
Se consideraba un animal salvaje, indómita y pura, pero algunos días era más bien un gatito asustado, enroscado en los pies de su dueño.
Era una bolita de energía que iba saltando por la calle, que reía todo el tiempo y que no podía parar; era tan infantil, tan niña...y pese a ello a veces, cuando se quedaba seria y te hablaba de los que pensaba o sentía te quedabas impresionado con la madurez de sus palabras, con su espíritu.
Era libre, pero era libre porque la libertad es un estado de ánimo, es un sentimiento.



Y a veces escribía, simplemente porque para ella era como respirar.

2 comentarios:

L dijo...

Eres TAN igual a mí. Estoy contigo :)

Anónimo dijo...

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