martes, 3 de agosto de 2010


¿Qué precio estamos dispuestos a pagar para campar a nuestras anchas? ¿El fin justifica los medios? ¿Para conseguir la libertad soñada podemos privar a los demás de la suya?
Realmente no soy muy religiosa, tampoco creo demasiado en la política, nisiquiera creo en las personas ultimamente. ¿Tenemos que acostumbrarnos como podamos a vivir en este mundo horrible o realmente vivimos en un mundo creado por nosotros? ¿Somos victimas o verdugos? ¿Nos dirigimos hacia una espiral de destrucción sin posibilidad de cambiar el rumbo de nuestras vidas o podemos hacer algo para remediarlo?
Depende, siempre depende.

No podemos si no mirar a nuestro alrededor: ahora vendemos nuestros te quieros al mejor postor, aprendemos las cosas malas más rapido y las buenas nos cuestan más, ser bueno es sinónimo de ser tonto y siempre que el fin sea beneficioso, podemos sacrificar cualquier cosa que no sea nuestra para conseguirlo, incluso los sueños de los demás.
Un ladrón sólo toma prestado, un mentiroso es aparentemente culpable de no decir la verdad y a los chulos de toda la vida se les aplaude en la televisión.
Tenemos la caja tonta, donde más de la mitad de la programación es basura pura y dura, basura que nos tragamos sin rechistar e inlusive con gusto. Si señores, somos tremendamente imbéciles, no hay otra.

Ahora el amor es una palabra bonita que sirve para todo y "te amo" algo que regalar a cualquiera que nos haga una tontería y consiga sacarnos una sonrísa. La gente se casa porque se aburre y las adolescentes tienen hijos pensando que va a ser como jugar a las barbies.
Pero si te paras a pensar, el mundo siempre ha sido igual, exactamente igual que ahora, sólo que antes todas las cosas que ahora hacemos al descubierto se hacían a escondidas. El mundo sigue igual, no empeoramos(bueno, quizás sí que hayamos empeorado un poco) pero la linea que seguimos es la misma.

Pese a todo, siempre hay unas pocas personas con criterio, con conciencia y con un poco de cultura, gente que verdaderamente es admirable, gente inteligente, gente con capacidad. Gente a la que verdaderamente me gustaría parecerme, gente que merece la pena.
De pequeña leí un libro, era el mítico libro de lectura obligatoria en el colegio, su título era "Jeruso quiere ser gente", planteaba la vida de un niño que no sabía que quería ser de mayor, el niño acompañaba en cada capitulo a una persona de su barrio, gente normal e incluso algunos pobres. Al final del libro, el niño declaraba que él de mayor quería ser gente, gente como la que conocía, gente coriente pero gente de verdad.


Creo que simplemente, lo único que puede hacernos realmente felices es encontrarnos a gusto con nosotros mismos, con lo que fuimos y con lo que somos, con lo que elegimos. La única felicidad no entiende de medios materiales, de placeres físicos, la verdadera felicidad se encuentra en nuestra mente, es la satisfacción que da sentirte bein contigo mismo. Es el dominio de la mente sobre el cuerpo, el dominio de lo superfluo sobre lo terrenal..

1 comentario:

L dijo...

Adoro tus reflexiones(L)