martes, 9 de noviembre de 2010


Caminó por la ciudad dándole fuertes patadas a los grandes montones de hojas que se apilaban por todas partes. Ese color le gustaba, era el color que adquiría la realidad en otoño, una luz fría que contrastaba con los tonos cálidos de las hojas que caían sobre su cabeza. Sus botas hacían que crujiera el cesped bajo sus pies y eso la hacía sacar una sonrisa ladeada.
De pronto comenzó a llover...la gente empezó a abrir paraguas y a correr para no empaparse, pero ella siguió caminando al mismo ritmo. Pronto, el flequillo mojado se escurrió sobre tus párpados y una gota de lluvía se colgó en uno de sus mechones hasta caer en sus labios y morir en ellos.
Se apolló en una pared, cerró los ojos y pensó: Este es el momento en el que todos sentimos que estamos vivos, cuando dejamos de correr, de huír, cuando disfrutamos lo que viene aún a riesgo de pulmonía.

Ven, empápate de vida que yo te escurro lso besos que veo en tu mejilla..Y si me muero, que sea con los pulmones llenos de amor.


Noviembre, dulce noviembre.

3 comentarios:

L dijo...

Heavenly Hell dijo...

Que pasada de comentario... Me ha encantado de verdad.
Como decía Petrarca: El amor es la única fuerza que ennoblece aunque no sea correspondido.
Mejor no se puede decir.
Un beso (L)

Romina dijo...

hermoso!