Contigo nunca me salieron las palabras, ni las buenas decisiones, ni contarte mis secretos o mis miedos, pero contigo era algo, y era bueno, lo sé porque todavía lo recuerdo cómo si apenas pasaran segundos desde que te llamé y te dije que se había acabado.
Todavía sigo repitiéndome que fue lo mejor, pero hoy es veintiuno y no puedo evitar pensar qué pasaría si fuera más fuerte, o más valiente, o al menos, un poco menos tonta.
Supongo, creo, sé que nunca nadie me hará tan feliz estando tan triste, que no habrá recuerdos que ayuden tanto, ni tantas decisiones que cuestionarme incluso cuando no es a mi a quién preguntan si me siento orgullosa.
Lo sé porque cuando conoces a esa persona lo sabes, sabes que nadie podrá hacerte sentir así, tan asquerosamente viva, con tanto miedo. Porque cuando llega alguien así no sientes felicidad, si no miedo, un miedo atroz, porque desde ese instante, y da igual el tiempo, la distancia o que a veces no recuerdes ni su cara, llegaran los días veintiuno y recordarás que olvidar es algo que nada tiene que ver contigo.
Nunca van a ser tu, da igual que sean mejores o peores, nunca serán tú. Y eso duele.

Sólo quiero decirte "Oye, te echo de menos...." y esperar que tu sepas que tengo tanto miedo que parece que todos los días sean veintiuno.