sábado, 19 de febrero de 2011


A veces me gustaría ser mapa para que indagaras en mi topografía hasta llegar a mi alma...a veces me gustaría poder decirte dónde me duele y por qué; y que me llenes de besos con lengua.


Ese día Olivia dijo "te tengo una sorpresa" y cuando Olivia utilizaba esa palabra era que ibas a quedar sorprendido de verdad, con la boca en O perfecta y los ojos ciegos de tanto verla.
Lo citó a las ocho, por eso de que a veces se comportaba como un médico; te daba cita previa y te curaba todos los males con esa medicina que no vendían en las farmacias y que era gratis.
Entonces tú te presentabas allí a la hora justa porque sabías que odiaba la impuntualidad aunque ella casi siempre llegara tarde; aunque tu no tenías esa sonrisa de fuego que derretía al resto y hacía que todo diese igual.
El caso es que él llegó puntual con las ganas de un niño pequeño que quiere abrir ya los regalos que le trajeron los reyes magos y ella le abrió la puerta con una bata negra de seda hasta los pies y ese pelo liso y largo cayéndole por la espalda de esa manera tan poco común, casi con metamorfosis entre la seda que la cubre.
Le manda pasar y no le pide besos porque sabe que ella da cada cosa a su tiempo y que lo mejor es esperar el momento justo de cada cosa.

Olivia sube lentamente los escalones y él la sigue mirando como se mueve su culo dentro de la bata, pero no se siente pervertido si no más bien como expectador en un museo mirando la más bella escultura. Y llegan a la puerta de aquella terraza cubierta, Olviia se para y lo invita a entrar.
Él no da credito a lo que ve; la terraza ya no está. En las cristaleras hay cortinas blancas de hilo, hay dos bancos blancos sin respaldos a los lados llenos de velas y un colchón con un nordico también blanco en el centro de la habitación. Él que se da la vuelta para mirarla, pero Olivia ya está lista y se pone el dedo en la boca en señal de susurro, camina hasta colocarse encima de la cama y deja caer la bata lentamente. La bata resbala por su superficie como si fueran dos iguales y queda al descubierto el cuerpo de Olivia completamente pintado. Algunas partes son trozos del mapa mundi, otras son burbujas que ponen palabras. Da una vuelta lentamente dejando que logre distinguir el Atlantico en su columna vertebral, y en su nalga izquierda pone "llegar a ser".
Olivia ha acabado el espectáculo y camina hacia él espacio, con ese andar de guepardo acechando a su presa, su clavícula pidiendo que la muerdan a gritos.
Ella le quita la ropa con suavidad y ambos se quedan desnudos el uno frente al otro, como dos iguales, como uno. Ella con sus miedos y sus certezas y él con ganas de ver lo que su cuerpo, su de ella, tiene que contarle.

Él le pone su mano en el Atlantico y hace que arquee su cuerpo para besarlo y entonces comienzan a sumergirse en el océano. Caen despacio sobre la colcha y entonces besa el polo norte, que se encuentra en su cuello y que él intuye que el hielo comienza a fundirse poco a poco. Ella le susurra que el polo sur, allá por la Artantida, está pidiendo compañía, pero que quizás los miedos de su barriga no lo dejen verlo. Entonces él le susurra que dónde están las mariposas y ella se da la vuelta enseñándole el homóplato donde pone con caligrafía perfecta "las mariposas que haces que nazcan en mi estómago". Él sonríe y besa australia, a la altura de su cadera, juega con los dedos en Africa deteniendose en la depresión de su ombligo, donde pone "mar negro". No puede evitar reir, es tan perfecto, tan divertido hacer el amor con ella...es hacer algo diferente y saber que nadie jamás, o al menos posiblemente, nadie lo ha hecho así.
Olivia le susurra que el mediterráneo, pintado en su pecho, está pidiendo que lo navegue y que en Irak y Palestina van a empezar una guerra por sus besos.
Lo agarra entre américa del norte y del sur, pintadas en sus muslos y él vé la palabra secretos en su rodilla derecha y el pide que le cuente uno.
Olivia le susurra al oido que algunos días tiene miedo de no ser lo que debería y él la besa diciendo que ella es mucho más y mejor que lo que debiera y la hace sonreír. Entonces si, la Artántida se ve invadida y todo comienza a nublarse.
A la mañana siguiente él se despierta allí, se da la vuelta y la descubre acurrucada mientras su puño derecho reza "yo soy" y él dice en alto "perfecta".
Olivia se despierta y lo mira con ojos curiosos, grandes, fuertes... y dice en voz baja "yo soy de ti".



A veces me gustaría poder tatuarme todos mis secretos para que los descubrieras un sábado por la noche, entre alcohol y besos, entre sábanas, entre américa del sur y del norte, casi casi en la Antártida.

1 comentario:

te quiero contar dijo...

me enamoré de este post... te felicito es hermoso !