martes, 19 de abril de 2011


Hoy no hay nada mejor que este montón de sábanas que ya no saben de despertares tristes, que esta almohada a la que tantas veces me agarro como intentando agarrarme a algo sólido cuando me llevas al cielo; y yo que pongo un pie en la fría madera de mi habitación para que el mundo deje de dar vueltas con tanto alcohol en sangre.
Hacer que la poca colonia que quede sobre tu torso se evapore al contacto de mis labios con tu cuello, susurrarte al oido cosas obscenas y por la mañana no acordarme de la mitad de la noche.
Trapecismo, giros, ciento ochenta grados, luego noventa; una pierna encima, manos arriba esto es un atraco...y sobretodo no perder el tiempo, que está demasiado caro como para dejarlo pasar así, tontamente.
Y esta mañana desayunarte encima de la vitrocerámica, con mucho hambre y pensar, mientras tengo el tercer orgasmo del día...esto alimenta mucho más que los cereales.