domingo, 16 de octubre de 2011

Fotografía de Angeline Meline


El otro día me di cuenta de que hay sábados más largos que vidas, incluso comparándolos con un lunes todavía medio de resaca, un cuarto de litro de cerveza en vena y esa mirada de desesperación al ver que el reloj no se ha equivocado.
Puede ser que nada sea ya lo mismo desde el día que te diste cuenta que tienes más excusas que razones, y que da igual lo fuerte que lo desees, un día sólo tiene veinticuatro horas. La vida sigue, déjate de cuentos.
Tengo en la frente un post-it de cosas que no están escritas al pie de la letra y que por supuesto no saldrán como planeamos, pero total ya ni importa. A veces la vida es chocarse de frente contra lo que venga, siempre esquivando a tiempo las ostias cuando ves que te vas a romper la cabeza. Porque el mundo golpea y le da igual si estás o no preparado.
Soy inocente de muchas cosas, no tanto de mentalidad, aunque supongo que a veces una está de viernes y de poco sirve rezar para que nos salven. Tenemos las manos manchadas de mierda, pero hay partes de mis pies que no ensucio cuando camino; y es que no se consuela quién no quiere hacerlo.
Y ahora mismo, en los primeros 20 minutos de un lunes, puedo decir que todavia sigo perdida, porque uno sabe la meta pero no cómo va a hacer para llegar a ella, ni si habrá caminos que la desvíen, y nos acojonamos, supongo que hasta llegar a viejos no nos damos cuenta de que todos vamos a morir tarde o temprano y que la meta es haber estado vivo y pensado libremente, aunque sólo fuera un suspiro en una vida de jadeos mientras nos dan por culo.
Y que escribo esto porque de vez en cuando me gusta leerme y sacarme lecturas, intentar encontrarme el sentido o al menos un poco de fuerza de voluntad para afrontar otro martes, horario completo de ocho a ocho, dos descansos, uno para dormir, el otro para soñar.

Y que igual esto sólo lo entiende Pablo, porque estamos los dos enganchados a la misma mierda, porque me ha visto nadar en ella y le gusta como siempre acabo saliendo a flote.

3 comentarios:

Paul Scourgen dijo...

y cuando sales a flote y necesitas un abrazo o cuando estas nadando y necesitas que te den un respiro, no tengo ningun miedo en mancharme de mierda yo tambien, que a eso estamos los dos acostumbrados.

Anónimo dijo...

Si de la mierda nadie se puede escapar,pero que sería de la vida si fuese toda esta siémpre tan maravillosa,esa es la grácia,disfrutar lo que se puede y aprender a sobrevivír con el resto.
Que me vas a contar,he visto gente muy fuerte llorar y dejarse por los suelos,eso no es solo de perros.
Que vaya bién con el libro y ya nos veremos algún día por aquí si no te has ido y si te vas,pues yo ya sabes,nunca me despído de nadie y si,engancharte de algien es una mierda,es como tener que borrar algo que veo en mi interior ,algo que me gustaba ver y luego tengo que borrar de golpe,esa necesidad especial de quererla respirar y sentirla.
Bueno no pienses mal,no estoy para escribir y menos para opinar,no se que decír,no se que sentír,no se que soñar,no se que joder,no se que llorar,no sé y no sé.

Si el corazón pensara dejaría de latir dijo...

Como dicen en los comentarios de arriba la vida siempre te pega patadas y unca te puedes librar de ellas. me gusta esta entrada como todas las que leo en tu blog! echaba de menos no poder pasarme por aqui! gracias por pasar por mi blog y saludos ^^