jueves, 29 de marzo de 2012

Olivia se sentía eufórica, por fin era ese tipo de persona que siempre quiso ser. Era un pájaro, libre para volar a dónde quisiera, para alzar la voz y las alas ante cualquier contratiempo, para follarse el mundo con una mirada de halcón; y era humana, tibia, y frágil como una taza de porcelana fina, repleta de defectos indomables, de manías imposibles, de secretos enredados en sus cejas de escéptica niña rebelde.
Es cierto, le costó años conseguirlo, muchos más de los que podría haber calculado con los dedos de sus manos, y también es cierto que perdió la paciencia y casi se dio por vencida a ratos, y que rompió corazones y normas para conseguir ser lo que era...pero ahí estaba, pletórica, completamente a su manera, tan ella y tan suya que parecía extraterrestre.
Ese día me miró como sólo alguien completamente libre mira a un igual, a mi que me había ido al lugar más apartado del mundo y casi ni la había llamado, me miró a mi como si fuera su todo y entonces yo olvidé que teníamos que hablar, o lo hablamos todo con la mirada, el caso es que caminó hacia mi como haciendo equilibrios sobre una cuerda y una sonrisa de salvavidas en la cara.
Yo la cogí en brazos y la besé con unas ganas que parece que nacieron con ella y ella se rió y yo sólo pude decirla te quiero. Y la besé y la abracé bajo un sol de primavera que sólo hizo ese día y ella volvió a reír muchas más veces como ríe siempre, pero distinto.
Y no sé qué tiene ella, qué es lo que me tiene tan jodidamente enamorado, quizás es que no puedo decir que sean sus ojos, o su boca, o su cara de niña, quizás no es eso y es algo que todos vemos sin necesidad de mirarlo, y es que...ella es Olivia, y cualquiera que la conozca te dirá que es algo que sólo se comprende cuando entra en tu vida.


Gracias por poner mi vida patas arriba, por desordenar y romper mis papeles, por hacerme mandar a la mierda mi rutina; gracias por besarme cada día como si se acabara el mundo, por sonreírme por las mañanas como se sonríe a tu primer novio, por beberte los miedos conmigo; gracias por jugar con mis vergüenzas al scrabbel, gracias por darle seis letras a una palabra de cuatro. Y te quiero, gracias también por eso.

1 comentario:

Noelia dijo...

Me ha encantado el texto ;) Es bueno ver como una persona en tan solo unos instantes puede poner tu mundo patas arribas con cada uno de sus pequeños, pero tan valiosos detalles ;)