jueves, 25 de octubre de 2012

Supongo que todavía me jodes, aunque ya no me folles.


Un día me dijeron que soy de esas que intentan salvar relaciones para luego destrozarlas de nuevo. A veces pienso que tenían razón porque me gustaría ser tu Julieta y que tu fueras mi Romeo para estar jodidos y muertos, pero juntos.


El día que tu te fuiste de verdad todo mi mundo se quedó en silencio, después de tantos simulacros de fuga por ambas partes pensé que sólo era una más de nuestras tonterías y que al día siguiente todo estaría bien. Me di cuenta que se había acabado porque al día siguiente seguías diciendo lo mismo y a mi no me salían las lágrimas, ni los gritos, ni los te quiero;  me esforzaba por alzar la voz como en un mal sueño, pero no salía nada, salvo un agujero en el pecho que se hacía cada vez más grande hasta que desapareció en un quejido.

El día que te marchaste cogiste el sendero de las promesas que nos hicimos, y no sé si fue a propósito, pero  has pisado una a una todas las que me hiciste hasta que lo nuestro quedó inservible, como un pañuelo demasiado usado.
Pero lo que más me ha jodido es que pensé que jamás me mentirías, y me has mentido a la cara haciéndome tonta mientras yo, en modo contemplativo te iba odiando más y más sin decir nada.
Creo que fue el día que dijiste que la culpa era mía cuando no pude más con esto, porque yo no era el motivo de tus agobios y excesos. Espero que algún día admitas que dejaste de quererme y te dio miedo ser un hijo de puta, aunque al fin y al cabo, acabaste siéndolo igual.

Creo que antes no quería verlo, que tenía un "quizás" entre ceja y ceja que no me dejaba ver más allá de lo que fuimos, me aferré a algo tan efímero como la puta bruma que cubre los bosques por las mañanas y decir que me arrepiento sería mentirte, nunca podré arrepentirme de nada.


Eso si, te puedo jurar que no te voy a echar de menos, porque no eres el tío del que yo me enamoré. Y supongo que estos dos últimos meses sólo han sido ese intento de arreglar algo para romperlo de nuevo.
Ya lo he roto, arreglado, y vuelto a romper de nuevo.
Fin del juego chaval, GAME OVER.

1 comentario:

SMSC dijo...

Que pedazo de texto Laura. A veces pasa que te acostumbras a esa persona y por eso eres capaz de arreglarlo las veces que haga falta, pero claro, entonces llega ese momento en el que como tú bien has dicho, no te sale ni siquiera gritar y ahí está la clave del momento. Es ahí cuando te das cuenta de que ya no es lo mismo, que simplemente es una costumbre a la que te has acomodado.