domingo, 20 de octubre de 2013

No se qué demonios decirte para que entiendas que te quiero, a ti que pides palabras cuando todos piden hechos, a mi que pido principios pero estaría contigo hasta el final.

Seré sincera porque creo que no se ser de otra manera; no es la primera vez que estoy enamorada, ni siquiera la segunda. No has sido la historia más intensa ni el hombre por el que he perdido más el juicio.
Ahora intuyo tu cara de enfado, posiblemente hayas dejado de leer y me estarás mirando con esa cara de no entender nada. Por favor, sigue leyendo.

No, no eres ese tipo de amor; ese amor está muy bien cuando tienes quince años, o cuando tienes dieciocho y quieres perder el norte y hacer el tonto, pero yo ya vengo con el tonto hecho, y esta muy bien pero cansa.
Ahora estarás diciendo que entonces no te quiero, y te equivocas. Os equivocáis todos.

Me gusta que me arrugue las sábanas y os juro que no podía dormir con la cama mal hecha; nunca me han hecho gracia los chistes y siempre me río con los suyos, cuando no duerme conmigo echo de menos que me robe la manta y me apretuje hasta agobiarme (y todos sabemos lo mucho que joden esas dos cosas), a veces cuando paso dos días sin verlo me pongo como una niña pequeña y melosa y le hablo con vocecitas (con vocecitas, yo, y soy de las que no soportan a la gente hablándole a los niños pequeños como tontos!!). Me trae regalos y yo, que no sé qué cara poner y por eso odio que me los hagan, le sonrío. Y sobretodo, he cedido todo mi espacio vital y le dejo entrar y que moleste, que haga ruido. Le ayudo en los trabajos cuando estamos haciendo la misma carrera (y no hay nadie más competitiva que yo). Le cuento mis cosas y yo nunca he sido de expresar mis sentimientos. Y no me agobio.

No sé si lo entenderás, pero lo has cambiado todo, me has cambiado a mi que siempre he presumido de ser un alma libre. Y soy feliz, muy feliz, tanto que me atrevo con el siempre.
Y tú, tú se que me quieres. ¿Por qué? Porque te comes las verduras y la cebolla, porque no le echas tomate a la paella, porque me dejas conducir tu coche.



¿Tonterias? No, razones. Querer a alguien es eso, pequeñas tonterías que para ti son razones.

1 comentario:

dijo...

No sé si he llegado a comentar alguna vez aquí.
No sé en qué momento empecé a leerte. Y tampoco estoy segura de cómo te encontré.

Pero te puedo asegurar que lo que sí sé es que has podido hacer por mí en momentos extraños más de lo que la gran mayoría de la gente que me rodeaba supo o quiso hacer.

Me gusta leerte crecer.

Me gusta.

Gracias.