lunes, 17 de enero de 2011


En un día como hoy me tocaste y mi piel se erizó al contacto con tus dedos; sé que eso era algo común por aquella época, pero ese día fue esa electroestática lo que hizo que decidiera tirarme y probar suerte en nuevas disciplinas olímpicas.
Recuerdo esa noche entre risas y miradas que aún a día de hoy me dejan desarmada, como si no pudiera escapar del encanto de aquellas horas; quizás todo sea ausencia de intentarlo, lo admito, pero es que me produce subidón de adrenalina pensarte, aún hoy, debajo de mí.
Que da igual como suene o lo que pienses de mí, que te haría el amor con ganas y posiblemente tu tacto volvería a hacerme estremecer como antes, o incluso más y mejor después de tanta distancia física entre dos almas que comparten tanto.
No hace falta que te fies de mi, pero prometo no morderte, o hacerlo y que te guste, que igual descubrimos que tengo hambre de tu cuerpo y te devoro a besos entre las tres y las cuatro menos cuarto de la madrugada.
Quizás te tatue mis caricias en la espalda y te queden cicatrices de esas que se llevan como medallas, de esas que juran que has vivido y que a veces has muerto de amor por unos ojos que ya no te miran pero que si te ven.
Puede que tu ya no puedas recordar como nos mirabamos antes, pero sé que si pudieramos volver a mirarnos de frente descubrirías que llegar al punto de no retorno es un movimiento reflejo de dos corazones que todavía laten el uno para el otro aunque no nos guste.
Puedes mirarme si quieres mientras me saco la ropa y dejo la inocencia con ella, que esta noche te haría cosas buenas pero todas de adultos; que me dejé los tapujos en casa y a estas alturas no entiendo de restricciones morales...si quieres tocarme toca, que a veces es tan simple como hacer lo que te venga en gana, disfrutar del hoy y olvidarse mañana.

Sé que quieres hacerlo, que aunque te repugnen las cosas que soy a veces, algunos días te hice reír con mis manías y esas cosas que llevo dentro y con las que a ti te gustaba jugar a cambiarlas de sitio para hacerme rabiar. Que algunas cosas no las sé hacer y una de ellas es callarme por cortesía...que si digo que te quiero aquí y ahora no es cosa de no razonar a ratos, es que algunos días te siento tan cerca que me gustaría tenerte dentro.
Siempre el mismo lenguaje obsceno que me guardaba para tí cuando estabamos a solas y quería encenderte, engatusarte y luego jugar a matarte en un colchón con más de cuatro esquinas y sin sábanas para taparse.

Déjate llevar por una vez, que igual entre suspiro y suspiro te enseño que nunca las cosas malas hicieron sentir tan bien. Y al resto que les den de lo que les guste, que todos tenemos secretos, que todos pensamos y no decimos...que pocos deciden saltarse las normas y con ello alcanzar el cielo.
Déjame que te enseñe esto que igual te gusta y que no es sexo si cuando te miro y pienso que ya no estás se me cae el mundo. Cántame al oido una de gemidos, dos de suspiros, tres de deseos y un as de copas.



4 comentarios:

Romina dijo...

que maravilla!!!

me sentí totalmente identificada!
es que me encantoooooo ♥

un abrazo!

L dijo...

me encantó pequeña.

Elena dijo...

me encanta tu blog!!
es genial!!
te leo! :)

Paul Scourgen dijo...

Se que no comento mucho por tu blog, pero esta entrada merece más que un simple comentario.
Este es uno de los momentos en los que me siento pequeño a tu lado. Simplemente genial. =)