domingo, 20 de octubre de 2013

Le ponía la piel de gallina la música alta y se enredaba en los martes y trece sin compasión alguna por los que la observábamos beberse la última y reírse mientras nos salvaba a todos de la rutina.
Miraba cómo quién ya ha tomado los suficientes caminos equivocados cómo para entender que ninguno se salva de las equivocaciones, ni siquiera los más cuidadosos, y mucho menos aún aquellos que están un poco vivos. Porque estar vivo significa vivir a pesar de las consecuencias, de los tropiezos y de las penurias existenciales que nos pillan los domingos sin ganas de lavarnos la cara, y mucho menos las manos.
Lo cierto es que la ví crecer el día que se dio cuenta que no podía meterse en el fango a rescatar a todo ser viviente, que no podía salvarlos a todos si quería salvarse a ella misma. Ese día vi cómo se le apagaba algo dentro, cómo perdía la inocencia mientras repetía con la vista fija en la ventana,y con aquella voz gélida que me destempló el alma, que no había podido con todo. No sé cómo, pero me pilló un viento valiente y le dije que íbamos a ser fuertes. Ese día le cogí la mano, no he vuelto a soltarla; a veces nos suda la calma y nos llueve un poco de mundo encima, pero aún así no la suelto.

3 comentarios:

Cristina Garzón dijo...

Hola, me gusta mucho tu blog, llevo tiempo en este mundo anonimamente, por primera vez he creado un blog que muestra quien soy, dando la cara sin miedo a quien lo pueda leer, mis amigos, mi familia. Te invito a que te pases si quieres, y le eches un vistazo. Si no no pasa nada, yo seguiré leyéndote. Besos y abrazos :)

Noelia dijo...

Y es que a pesar del mayor de los huracanes y más salvajes de los terremotos, los lazos del corazón son invencibles cuando se sienten de verdad.

SMSC dijo...

Es que tienes algo especial escribiendo, ya te lo digo yo. Te comento en este porque es el más reciente, pero vamos, que podría decirte lo mismo en todos y cada uno de ellos. OLE TÚ!!