Le ponía la piel de gallina la música alta y se enredaba en los
martes y trece sin compasión alguna por los que la observábamos beberse
la última y reírse mientras nos salvaba a todos de la rutina.
Miraba
cómo quién ya ha tomado los suficientes caminos equivocados cómo para
entender que ninguno se salva de las equivocaciones, ni siquiera los más
cuidadosos, y mucho menos aún aquellos que están un poco vivos. Porque
estar vivo significa vivir a pesar de las consecuencias, de los
tropiezos y de las penurias existenciales que nos pillan los domingos
sin ganas de lavarnos la cara, y mucho menos las manos.
Lo cierto
es que la ví crecer el día que se dio cuenta que no podía meterse en el
fango a rescatar a todo ser viviente, que no podía salvarlos a todos si
quería salvarse a ella misma. Ese día vi cómo se le apagaba algo dentro,
cómo perdía la inocencia mientras repetía con la vista fija en la
ventana,y con aquella voz gélida que me destempló el alma, que no había
podido con todo. No sé cómo, pero me pilló un viento valiente y le dije
que íbamos a ser fuertes. Ese día le cogí la mano, no he vuelto a
soltarla; a veces nos suda la calma y nos llueve un poco de mundo
encima, pero aún así no la suelto.
3 comentarios:
Hola, me gusta mucho tu blog, llevo tiempo en este mundo anonimamente, por primera vez he creado un blog que muestra quien soy, dando la cara sin miedo a quien lo pueda leer, mis amigos, mi familia. Te invito a que te pases si quieres, y le eches un vistazo. Si no no pasa nada, yo seguiré leyéndote. Besos y abrazos :)
Y es que a pesar del mayor de los huracanes y más salvajes de los terremotos, los lazos del corazón son invencibles cuando se sienten de verdad.
Es que tienes algo especial escribiendo, ya te lo digo yo. Te comento en este porque es el más reciente, pero vamos, que podría decirte lo mismo en todos y cada uno de ellos. OLE TÚ!!
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